A pesar de que pueda resultar una obviedad, la fotografía es una actividad profesional que precisa de un profesional capaz de aplicar con éxito diversas técnicas y prácticas también profesionales en beneficio de un trabajo de calidad y exitoso adaptándose a una gran diversidad de situaciones.
Y como actividad profesional que es, dentro de la fotografía encontramos múltiples especialidades pues nunca será lo mismo fotografiar un paisaje, que efectuar un retrato o realizar capturas en movimiento. Una de esas especialidades es la fotografía de alimentos, muy utilizada especialmente en catálogos tanto impresos como digitales, pero también en menús, empaquetados o libros de cocina y alimentación.
La fotografía de alimentos precisa de un estilismo y tiempo específicos derivados de la propia naturaleza del producto que además, han ido evolucionando y perfeccionándose con el paso del tiempo hasta captar y transmitir la esencia y propiedades únicas del alimento fotografiado.
En base a ello, la fotografía de alimentos presenta un estilismo especial, único y profesional, cuyo objetivo es hacer que la comida resulte realmente atractiva para quien la visualiza y para ello, el tiempo resulta fundamental pues un estilista de alimentos necesita ocupar gran tiempo y esfuerzo para disponer de forma altamente cuidadosa y, sobre todo, artística, los alimentos.
Este estilista de los alimentos, como profesional que es, será capaz de transformar la percepción visual del sabor y aroma del alimento en una fotografía bidimensional y real que resulte lo suficientemente atractiva a la vista.
Su labor comienza ya desde la adquisición de los alimentos pues sólo los más perfectos visualmente serán aceptables, y continuará con su artística composición y presentación a lo que habrá que sumar la consecución de diferentes elementos como vapores a partir de la ejecución de técnicas muy concretas.
En definitiva, la fotografía de alimentos precisa de una alta cualificación y dedicación específicas capaces de generar el deseo.